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Cáncer infanto – juvenil, un desafío para nuestra sociedad.

«Es vital la función de la sociedad como grupo humano»

Dr. Sergio Masini, Oncohematologo Pediatra

Las posibilidades de que un niño o adolescente sufra un cáncer, son remotas. Pero en el momento que esto ocurre, familia, amigos y el conjunto de la sociedad que rodea al enfermo se sienten tremendamente conmovidos. Lo primero que se piensa es cómo esto puede ocurrir en un ser tan joven, y esa sensación habitualmente da paso al desasosiego.
Un tiempo después las personas logran situarse en un equilibrio emocional que les permite ser parte fundamental del intento de curación.

Este conjunto de enfermedades son denominadas catastrófi cas, pues irrumpen en la vida del niño-joven desestructurando todo lo previo, y por ende colocando al enfermo y sus padres ante una realidad no esperada y tremendamente dolorosa. Pero la contraparte buena, es que una enorme cantidad de pacientes logran curarse. Esto es así y es una realidad que vivimos diariamente los que trabajamos en el área.

¿En qué se basa la posibilidad de que estos niños-jóvenes puedan sobrevivir?
En la atención interdisciplinaria, donde un grupo de profesionales de distintas especialidades convergen para estudiar y tratar al paciente, siendo lo más importante el intercambio de opiniones
y el accionar, desde el saber de cada individuo. El objetivo es la curación, y si no fuese posible ésta, brindar la mejor calidad de vida.

Esta forma de trabajo se complementa con lo que denominamos “alianza terapéutica con la familia”, basada en principios de respeto y confi anza del equipo tratante con los familiares y viceversa.

De esta manera se comienza a transitar un camino largo y difícil, con altos y bajos, donde se deberán aclarar las veces que sea necesario lo no comprendido. Nunca el profesional debe dar por
sentado que su relato es entendido claramente por la familia y/o el paciente.

Finalmente, quiero hacer especial énfasis en la función vital de la sociedad como grupo humano, el cual debe informarse, colaborar y ser parte de las instituciones en donde se atienden estos
pacientes. De esta forma, es posible mejorar notablemente la tarea médica con el aporte de una visión humanística que muchas veces los médicos perdemos en los avatares diarios de una
especialidad difícil pero llena de recompensas.

Una enorme cantidad de pacientes logran curarse

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